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El Cementerio de Torrero, ubicado en Zaragoza, no solo alberga los restos de los ciudadanos de la ciudad, sino que también es testigo de la evolución social y religiosa de España. La creación de los cementerios protestante y civil en Zaragoza es un reflejo de la lucha por la libertad religiosa y el respeto a la diversidad en una época de grandes cambios políticos y sociales. A continuación, se explora la historia y la importancia de estos cementerios en el contexto de la Zaragoza del siglo XIX.

En este artículo de Funeraria Aragón, tratamos de descubrir una parte de la historia del cementerio de nuestra ciudad, el cementerio de Torrero, esperamos que os guste este pedacito de historia de nuestra amada ciudad.

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Contexto histórico: Revolución de 1868 y libertad de cultos

La revolución democrática de septiembre de 1868, conocida como «La Gloriosa», marcó el comienzo de una nueva era en España. La Constitución de 1869 proclamó la libertad de cultos, un hito significativo en un país donde la Iglesia Católica había dominado la vida religiosa y social. Este cambio legislativo permitió a los practicantes de otras religiones, especialmente los protestantes, ejercer su fe y ser enterrados con dignidad.

La necesidad de un cementerio protestante

Antes de la construcción del cementerio protestante, los no católicos y aquellos que la Iglesia Católica consideraba indignos de sepultura eclesiástica, como fetos, niños no bautizados, suicidas y pecadores públicos, eran enterrados en condiciones deplorables. Entre el extremo norte de la tapia occidental del Cementerio de Torrero y el camino de las Canteras, existía un corralillo inmundo, protegido solo por una precaria empalizada de madera, donde estos cuerpos estigmatizados quedaban expuestos a la voracidad de las fieras.

Con la Constitución liberal en vigor, en mayo de 1870, José Gimeno, ministro del culto evangélico en Zaragoza, solicitó al Ayuntamiento la creación de un cementerio protestante. La Corporación, reconociendo la libertad de cultos y la necesidad de respetar la dignidad humana, aprobó inmediatamente la petición.

Construcción del cementerio protestante

El 2 de junio de 1870, Segundo Díaz presentó un informe con dos croquis para la construcción de un cementerio evangélico adosado a la esquina noroeste del cementerio católico de Torrero. El pleno del Ayuntamiento aprobó el esquema mayor, con una superficie de 1.100 m² y espacio para dos manzanas de nichos y sepulturas en tierra. Sin embargo, la obra no se ejecutó de inmediato, lo que llevó a un escándalo en marzo de 1871 cuando el vicario general de la diócesis de Huesca reclamó la exhumación de niños protestantes enterrados en el cementerio.

La obcecación del vicario forzó la construcción a marchas forzadas de una tapia en el lugar previsto por Díaz, encerrando una superficie de 1.694 m² y terminando en mayo de 1871. Probablemente, este nuevo recinto englobaba en su parte noroeste el viejo corralillo de disidentes.

Legalización y ampliación

Una real orden de 28 de febrero de 1872, ratificada en 1882 y 1883, obligó a todos los ayuntamientos españoles a disponer, junto a los cementerios católicos, otros destinados a quienes no pertenecieran a esa confesión, protegidos con tapias iguales a las de aquellos y accesibles solo desde el exterior. El cementerio evangélico de Zaragoza cumplía todas estas normas, aunque también se utilizaba para enterrar a aquellos muertos rechazados por la Iglesia Católica.

En 1884, el alcalde conservador Pedro Lucas Gállego ordenó que se tapiara la puerta que comunicaba el cementerio católico con el evangélico y que éste se dividiera en dos secciones: una reservada para los protestantes, correspondiente a la mitad sur, y otra para librepensadores o laicos en la parte norte. En esta última sección se enterrarían en adelante todos aquellos fallecidos que no hubieran sido católicos ni luteranos, incluidos los fetos y bebés no bautizados.

Significado y reflexión

La construcción de los cementerios protestante y civil en Zaragoza representa un avance significativo en la lucha por la igualdad y el respeto a la diversidad religiosa. Estos cementerios son testimonio de una época de transformación en España, donde la sociedad comenzó a reconocer y respetar los derechos de todas las personas, independientemente de su fe o circunstancias de muerte.

Visitar estos cementerios ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la libertad religiosa y el respeto a la dignidad humana. Estos lugares de descanso eterno no solo son espacios de memoria y recuerdo, sino también símbolos de la lucha por un mundo más justo e inclusivo.

En conclusión, los cementerios protestante y civil de Zaragoza no solo cumplen una función práctica, sino que también son monumentos a la tolerancia y el respeto a la diversidad. Su historia es una parte integral del legado cultural de Zaragoza y de España, recordándonos la importancia de la libertad y la igualdad en todas las facetas de la vida.

Esperamos que este artículo de Funeraria Aragón, nuestra funeraria de Zaragoza con más de 40 años al servicio de los Aragoneses, haya sido de vuestro agrado